Como un juego de niños
comenzó lo que hoy culmina.
Destellos de cariño
que dieron luz a nuestros días.
Mas el tiempo redujo nuestra diversión
a simple y dolorosa rutina.
Siendo impío el minuto perdido.
Siendo tu mundo un gran enemigo mío.
Tras el viento escondí
los suspiros de soledad infinita que sentí.
Cada frialdad en tu mirada que me hacían temblar.
Cada llanto en madrugada rogando que me quisieras tocar.
Mil noches rozaron nuestro delirio
y ansiedad de enloquecer;
mas ni si quiera el mar bravío
logró atiborrar nuestro querer.
En palabras descansa nuestro mundo;
uno que separa la cruel realidad.
Gallardía escondida tras soledad,
diferencias tan lejanas como vehementes.
Perfecta inmundicia se destierra.
Para despertar y darme cuenta,
que ya no estas,
que nunca estuviste y que jamás vendrás.
Frágil coraza de sutilidad mezclada con desprecio,
puesto que en mis llantos y lamentos,
aun se encuentra tu displicencia infernal.
Pretendiendo ser armonioso veneno letal.
Fue la guerra tu pasión sin sentido;
descargando tanta furia contra mi tibio vientre.
Inútilmente fue el desafío,
pues todo entre tu y yo hoy ya fue suficiente.
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