24 October 2012
En las cartas que nunca recibiste se encuentra el dolor de cada palabra descuidada que usaste para describir lo que no te gustaba de mí. Pero ahora, estoy lejos, muy lejos de ti, de tu veneno letal. Fuiste mi pecado capital, ahora sólo eres la sombra de todo el pasado que pretendo olvidar. Si en cada sonrisa, de mi memoria se arrancaran los excesos de tu arrogancia y vanidad...
Todos cargamos el peso de alguna ilegalidad moral, sin embargo, nunca pude entender qué hice para merecer tu despotismo, atropello y arbitrariedad. Andar sin rumbo en la vida no da derecho para tanta maldad. Proclamé igualdad. Soy feliz. Me acepté tal cual soy. Me di el valor que no me supiste dar. Como maquinaria programada, nos dedicamos a brincar de vida en vida. Pero, ¿quién soy yo para juzgar?
Todos pretendemos no usar el mismo antifaz. Es la verdad nuestra mentira, es ésa mentira nuestra verdad. Y así lo preferimos. En algún momento en tiempo y espacio lo fuiste todo, en este momento en tiempo y espacio tu presencia es irreal. Sin embargo, la mente traiciona a la razón y a la sensatez. No me dejé vencer, tus alegatos no me afectan ya. Soy feliz porque decidí dejar el pasado atrás. Soy libre. Mi mente descansa en harmonía y paz.
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